Albus Potter y Scorpius Malfoy ¿JUNTOS?

Fan Fiction de Victoria Blanco

Título Original: 1 de Septiembre

Los dedos de Scorpius Malfoy se entrelazan con los de Albus Potter, temblando por el frío primer día de septiembre. Los dos habían acordado llegar más de media hora antes al andén 9¾ para verse. Llevaban más de un mes manteniendo el contacto únicamente por carta porque los Potter habían decidido visitar Rumanía por tercer año consecutivo. Al parecer, uno de los tantos hermanos de Ginny Potter vivía allí y recibía pocas visitas.

Los dedos de Scorpius Malfoy se entrelazan con los de Albus Potter, temblando por el frío primer día de septiembre. Los dos habían acordado llegar más de media hora antes al andén 9¾ para verse. Llevaban más de un mes manteniendo el contacto únicamente por carta porque los Potter habían decidido visitar Rumanía por tercer año consecutivo. Al parecer, uno de los tantos hermanos de Ginny Potter vivía allí y recibía pocas visitas.

—Menudo verano has tenido—le dijo Scorpius a Albus con una sonrisa nerviosa.

—No ha estado mal—contestó él—. Pero tú tampoco te puedes quejar. En las cartas decías que tu padre te ha llevado todos los sitios que has querido.

—No le gustan mucho las vacaciones, pero le encanta pasar tiempo conmigo—se encogió de hombros. Desde que su madre había fallecido varios años atrás, a Draco Malfoy se le había visto mucho menos por el mundo mágico—. Pero no me compares Rumanía con Sortilegios Weasley.

Albus soltó una sonora carcajada que se oyó más allá de la esquina en la que estaban escondidos. Podían oír el jaleo de los estudiantes cargando sus baúles en el tren y las despedidas de las familias.

—Es mucho mejor la tienda de mis tíos, te lo aseguro.

Scorpius sonrió y se quedó mirando fijamente los ojos verdes de Albus. Siempre le hacían juego con el uniforme esmeralda de los Slytherin y a Scorpius le gustaba el color que adoptaban al sol. Se acercó cautelosamente a su boca y dejó un rápido beso en sus labios antes de que Albus se apartara.

—Podrían vernos—susurró.

—¿Quiénes?-preguntó Scorpius mirando por encima de su hombro-. A los alumnos de Hogwarts les damos igual, como si no nos hubieran visto nunca—hizo una pausa y apretó los labios—. Hablas de nuestros padres, ¿verdad?

—¡Se odian, Scor! —insistió Albus, acobardado.

—Ya no.

—Claro que sí. Se llevan odiando desde los once años. Que ahora sean adultos y tengan que soportarse no implica nada.

Scorpius se cruzó de brazos y se apartó de la esquina en la que estaban escondidos.

—Se acabarán enterando si no lo saben ya.

—¿Cómo iban a saberlo?

—No sé tú, pero yo no dejo de hablar de ti por casa. Y por lo que me ha contado tu hermana Lily, tú también me mencionas a menudo—acabó la frase con cierto retintín juguetón.

Las mejillas de Albus se encendieron.

—Mi hermana es una bocazas.

—No me cambies de tema, Albus. Yo creo que deberíamos decírselo. No es ningún drama que estemos juntos.

Albus agachó la cabeza:

—No quiero darle otra decepción a mi padre.

—¿Decepcionarlo por querer a alguien? Esa es la mayor tontería que te he escuchado decir.

Albus se encogió de hombros. Scorpius, dolido, le dio la espalda a su novio. El hijo de los Potter, que no soportaba ver a Scorpius enfadado, tocó su hombro para llamar su atención de nuevo. No quería admitirlo en voz alta, pero la mirada de Scorpius lo derretía por dentro.

En otro punto del andén, el famoso Harry Potter chocaba en el peor momento con un estresado Draco Malfoy.

—Perdona, Malfoy-consiguió balbucir mientras miraba por todo el andén—. Pero es que el tren va a salir ya y aún no encuentro a Albus.

—Yo tampoco encuentro a Scorpius—dijo Draco, mirando de arriba abajo la indumentaria de Harry—. Y eso que me ha pedido venir media hora antes.

—¿El tuyo también? Qué poco me extraña.

A Draco se le escapó una sonrisa.

—¿Qué estarán tramando ahora?

Harry se encogió de hombros:

—Quién sabe. Venga, te ayudaré a buscarlos.

Qué casualidad que estuvieran caminando entonces hacia la esquina tras la que se escondían de manera muy poco sutil los otros. Al doblarla, se encontraron con una escena digna de enmarcar. Albus besaba a Scorpius tiernamente, hundiendo los dedos en su pelo mientras el rubio sonreía a mitad del beso. Parecían tan absortos en ellos mismos que ni siquiera se dieron cuenta de que no estaban solos.

Draco carraspeó para llamar su atención y cuando se separaron, sus caras eran un cuadro de sorpresa. Albus estaba más rojo que el pelo de su madre y Scorpius no podía evitar sonreír tímidamente a su padre. A ninguno de los dos les salían las palabras.

—Fíjate, Potter. Voy a poder arruinarte las fiestas de Navidad con mi presencia—bromeó Draco riendo.